LA CRIMINOLOGÍA
CLÁSICA
Teorías Psicobiológicas.
Los defensores
de estas teorías tratan de explicar el comportamiento criminal en función de
anomalías o disfunciones orgánicas, en la creencia de que son factores
endógenos o internos del individuo, los que al concurrir en algunas personas
les llevan a una predisposición congénita para la comisión de actos
antisociales o delictivos. Del estudio de los rasgos biológicos o del estudio
psicológico de la personalidad criminal tratan de obtener aquellos factores que
predisponen a algunas personas al delito.
La tesis de
LOMBROSO. La Escuela positivista italiana (FERRI y GAROFALO).
La doctrina se
muestra prácticamente unánime al considerar que la Criminología, tal y como la
conocemos hoy en día, con el rango de una ciencia empírica independiente del
Derecho penal y de otras ciencias afines, se debe a Cesare LOMBROSO, quien
fundamentalmente en su famosísima obra L’Uomo delinquente, desarrolló su teoría
sobre el “delincuente nato” o “criminal atávico”.
Mantenía
LOMBROSO en base a sus estudios biológicos y antropomórficos realizados sobre
presidiarios que el delincuente era una especie de ser atávico “que reproduce
en su persona los instintos feroces de la humanidad primitiva y los animales
inferiores”, degenerado, marcado por una serie de anomalías corporales y
cerebrales fácilmente reconocibles (mandíbulas enormes, pómulos altos, orejas
grandes, frente prominente, insensibilidad al dolor, tatuajes, etc.).
El delincuente
nato se caracterizaba por los siguientes rasgos psicológicos:
·
Insensibilidad moral.
·
Precocidad antisocial.
·
Vanidad.
·
Imprevisión.
·
Incorregibilidad.
La conclusión a
la que llegaba no podía ser otra que la existencia de individuos que debían ser
considerados delincuentes desde su nacimiento, ya que estaban fuertemente
predestinados al delito.
Aunque matizando
las ideas de LOMBROSO, Enrico FERRI y Raffaele GAROFALO (los máximos exponentes
junto al primero de la Escuela positivista italiana) otorgaron de igual modo un
gran valor a los estudios basados en la predisposición biológica al delito,
aunque también reconocieron que factores exógenos al delincuente, de tipo
social, tenían influencia en la predisposición al mismo.
En la misma
línea, GAROFALO dice que “existe una clase de criminales que tienen anomalías
psíquicas, y muy frecuentemente anomalías anatómicas, no patológicas, pero con
carácter degenerativo o regresivo, y a veces atípico, (...) que carecen, en
fin, de todo sentimiento altruista y obran únicamente bajo el imperio de sus
deseos. Estos son los que cometen asesinatos por motivos puramente egoístas,
sin influencia alguna de prejuicios, sin la complicidad indirecta del medio
social”.
Pero existen
además para GAROFALO dos subclases de delincuentes, en los que se observa la
influencia del medio social en la delincuencia. Al respecto dice:
“Individualizada la primera por el escaso sentimiento de piedad. En su virtud
pueden perpetrar acciones antisociales y de gran trascendencia bajo el influjo
de estímulos sociales, políticos o religiosos. La segunda queda integrada por
individuos carentes del sentimiento de probidad (sea por atavismo o herencia,
potenciados con mensajes del medio social) que afecta, generalmente, a las
formas menos violentas de la criminalidad”.
A partir de
esta concepción, FERRI estableció su Ley de saturación criminal, según la cual
“el nivel de la criminalidad viene determinado cada año por las diferentes
condiciones del medio físico y social, combinados con las tendencias congénitas
y con los impulsos ocasionales de los individuos”.
La defensa de
estas ideas fue lo que originó que los autores de esta escuela fundamentaran
sus teorías en el concepto acuñado por GAROFALO de temibilidad o peligrosidad
social.
Las tesis
psiquiátricas.
Tipologías sobre
la personalidad criminal
Estas teorías
basan gran parte de sus investigaciones en intentar establecer una relación
entre delincuencia y la forma del cuerpo humano. Los precursores en este campo
fueron Ernst KRETSCHMER y William SHELDON, alcanzando su mayor auge con las
investigaciones sobre la personalidad criminal de Hans EYSENCK.
Ernst
KRETSCHMER fue el primero en desarrollar una teoría en la que intentaba
establecer una correlación psicosomática entre los tipos constitucionales,
identificándolos en cuatro tipos con diferentes características corporales:
leptosomático o asténico, atlético, pícnico y un tipo mixto. Por otra parte,
distingue dos tipos somáticos: el ciclotípico y el esquizotípico. Los
esquizotípicos eran personas fuertes y musculadas, y tenían más posibilidades
de delinquir que los ciclotípicos, que eran débiles y delgados.
Desarrollando
los trabajos anteriores de Kretschmer, SHELDON distinguió tres tipos somáticos
a los que les correspondía un temperamento particular: el endomorfo (de
constitución suave y grueso) que son personas lentas, cómodas, sociables y
extrovertidas; el mesomorfo (de constitución sólida, muscular y atlética) que
son agresivos y activos; y los ectomorfos (de constitución frágil y delgada)
que tienen un carácter moderado e introvertido. Todas las personas poseen estas
características en mayor o menor grado. SHELDON realizó un sistema para medir
cada una de estas características en una escala de 1 a 7. El mejor balance
individual se correspondía con un resultado de 4-4-4.
Para terminar
con la descripción de las investigaciones sobre la personalidad criminal,
examinaremos la tesis defendida por EYSENCK, quizá más completa que las de los
autores anteriormente citados, ya que no solo se limita a analizar las
variantes genéticas que influyen en el comportamiento delictivo, sino que
reconoce además la decisiva influencia de los factores ambientales
(familiares). La formulación de EYSENCK resulta sumamente interesante ya que
los dos factores que investiga (predisposición genética y ambiente familiar)
adquieren una enorme trascendencia en la infancia.
Tal como desarrolla EYSENCK
su Teoría de la condicionalidad del delincuente, entiende que el comportamiento
se
adquiere por aprendizaje (donde interviene el sistema
nervioso central)
y por condicionamiento (regido por el sistema nervioso autónomo). En sentido contrario, un comportamiento antisocial o una conducta delictiva obedece
a
un
aprendizaje
deficiente
de
las normas sociales
en forma condicionada.
Reconoce en
primer lugar, la importancia del sistema nervioso heredado por la persona,
distinguiendo varios tipos de personalidad, desde la introversión (personas
reservadas, introspectivas, tranquilas, ordenadas, pacientes y fiables) a la
extraversión (seres sociables, excitables, impulsivos, despreocupados,
optimistas, impacientes y agresivos), y según a la categoría a que se
pertenezca será más fácil o más difícil el ser condicionado. Las personas
extrovertidas son más difíciles de condicionar que las personas introvertidas.
En segundo
término, destaca también la calidad del condicionamiento recibido en su
ambiente familiar. La suma de estos dos factores, forma la personalidad al
término de la primera infancia, y según el grado de introversión-extraversión
en la que se encuentre la persona, quedará determinada la propensión de la misma al delito. La criminalidad es
un rasgo del carácter que viene determinado genética o biológicamente, pero que
puede ser suavizado (según las reflexiones de la teoría del aprendizaje)
mediante un adecuado condicionamiento en el ambiente familiar.
Teorías biológicas.
Herencia y Genética.
Las teorías biocriminológicas realizadas en la
actualidad, deben ser consideradas con un mayor grado de rigor y seriedad.
Un intento de determinar
si la herencia es una parte importante en la inducción al crimen,
consistió en buscar similitudes en los
comportamientos de individuos que
estaban genéticamente relacionados unos con otros. Este fue el propósito del
general pedigree or family studies, el cual se basaba en la presunción de que
existen familias con una herencia genética común, más determinadas hacia el
crimen que otras.
Una teoría muy
difundida, a la vez que limitada y contestada, es la que intentó hallar la
causa de la predisposición genética al delito en la alteración cromosómica.
Cada ser humano contiene 23 pares de cromosomas. Un par son los cromosomas
sexuales, que determinan las características sexuales de los individuos. La
pareja normal de cromosomas complementarios es en la mujer XX y en el hombre
XY. En un número muy reducido de casos se encuentran hombres cuya combinación
de cromosomas sexuales es XYY (lo que se conoce como síndrome de Klinefelter).
Lo que estas investigaciones intentaron demostrar, sin conseguirlo, es que
todos los hombres con esta alteración cromosómica tenían una predisposición
congénita al delito.
Un gran eco
recibieron también los estudios sobre gemelos y adopción (twin and adoption
studies). Los estudios sobre gemelos parten de la comparación entre gemelos
univitelinos, monozigóticos o idénticos (procedentes del mismo óvulo), que es
el tipo más raro, ya que comparten el 100% de sus genes, con gemelos
bivitelinos, dizigóticos o fraternos (procedentes de dos óvulos distintos), que
únicamente comparten alrededor del 50% de los genes. Estudios como el de CHRISTIANSEN
(1968) en Dinamarca, quien estudió 3.568 pares de daneses nacidos entre 1881 y
1910, encontrando que el 52% de los gemelos idénticos (monozigóticos) tenían el
mismo grado de actividad criminal registrada, mientras que sólo el 22% de los
gemelos dizigóticos alcanzaban similares grados de criminalidad, o el de ROWE y
col. (1989) en Estados Unidos, permiten afirmar que el índice o la tasa de
delincuencia de los gemelos monozigóticos es más alta que en los dizigóticos.
Además estos datos persisten incluso cuando los gemelos fueron separados al
nacer y residen en entornos sociales diferentes. Estos resultados permiten
concluir señalando que no hay un solo componente genético de la delincuencia,
pero sí que la genética puede predisponer a algunos individuos a caer en la
delincuencia.
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