lunes, 16 de febrero de 2015

TEORÍAS DE LA CRIMINALIDAD.

LA CRIMINOLOGÍA CLÁSICA


Teorías Psicobiológicas.
Los defensores de estas teorías tratan de explicar el comportamiento criminal en función de anomalías o disfunciones orgánicas, en la creencia de que son factores endógenos o internos del individuo, los que al concurrir en algunas personas les llevan a una predisposición congénita para la comisión de actos antisociales o delictivos. Del estudio de los rasgos biológicos o del estudio psicológico de la personalidad criminal tratan de obtener aquellos factores que predisponen a algunas personas al delito.

La tesis de LOMBROSO. La Escuela positivista italiana (FERRI y GAROFALO).

La doctrina se muestra prácticamente unánime al considerar que la Criminología, tal y como la conocemos hoy en día, con el rango de una ciencia empírica independiente del Derecho penal y de otras ciencias afines, se debe a Cesare LOMBROSO, quien fundamentalmente en su famosísima obra L’Uomo delinquente, desarrolló su teoría sobre el “delincuente nato” o “criminal atávico”.

Mantenía LOMBROSO en base a sus estudios biológicos y antropomórficos realizados sobre presidiarios que el delincuente era una especie de ser atávico “que reproduce en su persona los instintos feroces de la humanidad primitiva y los animales inferiores”, degenerado, marcado por una serie de anomalías corporales y cerebrales fácilmente reconocibles (mandíbulas enormes, pómulos altos, orejas grandes, frente prominente, insensibilidad al dolor, tatuajes, etc.).

El delincuente nato se caracterizaba por los siguientes rasgos psicológicos:

·         Insensibilidad moral.
·         Precocidad antisocial.
·         Vanidad.
·         Imprevisión.
·         Incorregibilidad.

La conclusión a la que llegaba no podía ser otra que la existencia de individuos que debían ser considerados delincuentes desde su nacimiento, ya que estaban fuertemente predestinados al delito.
Aunque matizando las ideas de LOMBROSO, Enrico FERRI y Raffaele GAROFALO (los máximos exponentes junto al primero de la Escuela positivista italiana) otorgaron de igual modo un gran valor a los estudios basados en la predisposición biológica al delito, aunque también reconocieron que factores exógenos al delincuente, de tipo social, tenían influencia en la predisposición al mismo.

En la misma línea, GAROFALO dice que “existe una clase de criminales que tienen anomalías psíquicas, y muy frecuentemente anomalías anatómicas, no patológicas, pero con carácter degenerativo o regresivo, y a veces atípico, (...) que carecen, en fin, de todo sentimiento altruista y obran únicamente bajo el imperio de sus deseos. Estos son los que cometen asesinatos por motivos puramente egoístas, sin influencia alguna de prejuicios, sin la complicidad indirecta del medio social”.

Pero existen además para GAROFALO dos subclases de delincuentes, en los que se observa la influencia del medio social en la delincuencia. Al respecto dice: “Individualizada la primera por el escaso sentimiento de piedad. En su virtud pueden perpetrar acciones antisociales y de gran trascendencia bajo el influjo de estímulos sociales, políticos o religiosos. La segunda queda integrada por individuos carentes del sentimiento de probidad (sea por atavismo o herencia, potenciados con mensajes del medio social) que afecta, generalmente, a las formas menos violentas de la criminalidad”.

A partir de esta concepción, FERRI estableció su Ley de saturación criminal, según la cual “el nivel de la criminalidad viene determinado cada año por las diferentes condiciones del medio físico y social, combinados con las tendencias congénitas y con los impulsos ocasionales de los individuos”.

La defensa de estas ideas fue lo que originó que los autores de esta escuela fundamentaran sus teorías en el concepto acuñado por GAROFALO de temibilidad o peligrosidad social.


Las tesis psiquiátricas.

Tipologías sobre la personalidad criminal
Estas teorías basan gran parte de sus investigaciones en intentar establecer una relación entre delincuencia y la forma del cuerpo humano. Los precursores en este campo fueron Ernst KRETSCHMER y William SHELDON, alcanzando su mayor auge con las investigaciones sobre la personalidad criminal de Hans EYSENCK.

Ernst KRETSCHMER fue el primero en desarrollar una teoría en la que intentaba establecer una correlación psicosomática entre los tipos constitucionales, identificándolos en cuatro tipos con diferentes características corporales: leptosomático o asténico, atlético, pícnico y un tipo mixto. Por otra parte, distingue dos tipos somáticos: el ciclotípico y el esquizotípico. Los esquizotípicos eran personas fuertes y musculadas, y tenían más posibilidades de delinquir que los ciclotípicos, que eran débiles y delgados.

Desarrollando los trabajos anteriores de Kretschmer, SHELDON distinguió tres tipos somáticos a los que les correspondía un temperamento particular: el endomorfo (de constitución suave y grueso) que son personas lentas, cómodas, sociables y extrovertidas; el mesomorfo (de constitución sólida, muscular y atlética) que son agresivos y activos; y los ectomorfos (de constitución frágil y delgada) que tienen un carácter moderado e introvertido. Todas las personas poseen estas características en mayor o menor grado. SHELDON realizó un sistema para medir cada una de estas características en una escala de 1 a 7. El mejor balance individual se correspondía con un resultado de 4-4-4.

Para terminar con la descripción de las investigaciones sobre la personalidad criminal, examinaremos la tesis defendida por EYSENCK, quizá más completa que las de los autores anteriormente citados, ya que no solo se limita a analizar las variantes genéticas que influyen en el comportamiento delictivo, sino que reconoce además la decisiva influencia de los factores ambientales (familiares). La formulación de EYSENCK resulta sumamente interesante ya que los dos factores que investiga (predisposición genética y ambiente familiar) adquieren una enorme trascendencia en la infancia.

Tal como desarrolla EYSENCK su Teoría de la condicionalidad del delincuente, entiende que el comportamiento se adquiere por aprendizaje (donde interviene el sistema nervioso central) y por condicionamiento (regido por el sistema nervioso autónomo). En sentido contrario, un comportamiento antisocial o una conducta delictiva  obedece  a  un  aprendizaje  deficiente  de  las normas sociales en forma condicionada.

Reconoce en primer lugar, la importancia del sistema nervioso heredado por la persona, distinguiendo varios tipos de personalidad, desde la introversión (personas reservadas, introspectivas, tranquilas, ordenadas, pacientes y fiables) a la extraversión (seres sociables, excitables, impulsivos, despreocupados, optimistas, impacientes y agresivos), y según a la categoría a que se pertenezca será más fácil o más difícil el ser condicionado. Las personas extrovertidas son más difíciles de condicionar que las personas introvertidas.

En segundo término, destaca también la calidad del condicionamiento recibido en su ambiente familiar. La suma de estos dos factores, forma la personalidad al término de la primera infancia, y según el grado de introversión-extraversión en la que se encuentre la persona, quedará determinada la propensión de la misma al delito. La criminalidad es un rasgo del carácter que viene determinado genética o biológicamente, pero que puede ser suavizado (según las reflexiones de la teoría del aprendizaje) mediante un adecuado condicionamiento en el ambiente familiar.


Teorías biológicas.

Herencia y Genética.
Las teorías biocriminológicas realizadas en la actualidad, deben ser consideradas con un mayor grado de rigor y seriedad.

Un intento de determinar si la herencia es una parte importante en la inducción al crimen, consistió  en buscar similitudes en los comportamientos de  individuos que estaban genéticamente relacionados unos con otros. Este fue el propósito del general pedigree or family studies, el cual se basaba en la presunción de que existen familias con una herencia genética común, más determinadas hacia el crimen que otras.

La Alteración Cromosómica.
Una teoría muy difundida, a la vez que limitada y contestada, es la que intentó hallar la causa de la predisposición genética al delito en la alteración cromosómica. Cada ser humano contiene 23 pares de cromosomas. Un par son los cromosomas sexuales, que determinan las características sexuales de los individuos. La pareja normal de cromosomas complementarios es en la mujer XX y en el hombre XY. En un número muy reducido de casos se encuentran hombres cuya combinación de cromosomas sexuales es XYY (lo que se conoce como síndrome de Klinefelter). Lo que estas investigaciones intentaron demostrar, sin conseguirlo, es que todos los hombres con esta alteración cromosómica tenían una predisposición congénita al delito.

Gemelos y Adopción.

Un gran eco recibieron también los estudios sobre gemelos y adopción (twin and adoption studies). Los estudios sobre gemelos parten de la comparación entre gemelos univitelinos, monozigóticos o idénticos (procedentes del mismo óvulo), que es el tipo más raro, ya que comparten el 100% de sus genes, con gemelos bivitelinos, dizigóticos o fraternos (procedentes de dos óvulos distintos), que únicamente comparten alrededor del 50% de los genes. Estudios como el de CHRISTIANSEN (1968) en Dinamarca, quien estudió 3.568 pares de daneses nacidos entre 1881 y 1910, encontrando que el 52% de los gemelos idénticos (monozigóticos) tenían el mismo grado de actividad criminal registrada, mientras que sólo el 22% de los gemelos dizigóticos alcanzaban similares grados de criminalidad, o el de ROWE y col. (1989) en Estados Unidos, permiten afirmar que el índice o la tasa de delincuencia de los gemelos monozigóticos es más alta que en los dizigóticos. Además estos datos persisten incluso cuando los gemelos fueron separados al nacer y residen en entornos sociales diferentes. Estos resultados permiten concluir señalando que no hay un solo componente genético de la delincuencia, pero sí que la genética puede predisponer a algunos individuos a caer en la delincuencia.

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